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El Robo de las monedas griegas y romanas del Museo Histórico Nacional



El Robo de las monedas griegas y romanas del Museo Histórico Nacional

Damián Salgado
Eduardo Colantonio
Mario Pomato
Rubén Cameroni

En las semanas precedentes, quienes firmamos esta nota nos vimos muy a nuestro pesar, implicados en una situación lamentable y muy dolorosa para todos aquellos que amamos las monedas. El reciente robo de la sección de monedas griegas y romanas fue el colofón de una larga historia que merece ser contada; triste colofón que sin embargo esperamos que pronto tenga un final feliz.

Esta historia se inicia con el interés del Dr. Damián Salgado por la Colección Numismática del Museo Histórico Nacional en la década de los 90, cuando logró ubicar dónde se encontraba el conjunto luego de haberse especulado con su transferencia a la (entonces) recientemente inaugurada Biblioteca Nacional. En 2008, Damián Salgado se reunió con el director del Museo Histórico Nacional, José Antonio Pérez Gollán, ofreciéndole colaborar con su clasificación, inventariado y registro, con resultado infructuoso. A pesar de ello, siempre recalcó a sus alumnos, en sus clases y publicaciones, la importancia de este conjunto, cuyo núcleo original y principal fue adquirido por Don Bernardino Rivadavia, nuestro primer presidente, en 1823, patrimonio de todos los argentinos.

Las cosas cambiaron en septiembre de 2018, cuando, en el marco del Plan Integral de Gestión de Colecciones de la entonces directora del Museo, Viviana Mallol, Damián pudo finalmente comenzar el proceso de clasificación, autenticación y catalogación de la Colección Numismática del Museo, redactando por primera vez un catálogo integral científico de la sección griega y publicando varios artículos acerca de las monedas conservadas en esa colección, algo esencial para garantizar la conservación de las monedas, pues la difusión de las imágenes hace imposible el robo impune de las mismas. Ciertamente, los faltantes de esta colección han sido muchos a lo largo de los años, debido a la escasa atención de que la misma había sido objeto, y de que jamás había sido inventariada. Los primeros faltantes se registraron ya en el año 1829, a poco más de un lustro de la llegada de la Colección a nuestro país, y continuaron a lo largo del tiempo, especialmente en las cuatro décadas previas al inicio del registro fotográfico y re-catalogación del conjunto.

Por ejemplo, en 2008 el entonces director del Museo informó a Damián que había podido constatar que el famoso stater de oro de Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno, donado por el Ing. Trelles, y una de las piezas emblemáticas de la colección por su notable conservación, se encontraba a buen recaudo en la Colección. Cuando algo menos de una década después, por iniciativa de la directora Mallol, el personal del Museo comenzó a realizar el registro fotográfico de la colección, ni ésa ni ninguna otra de las importantes monedas de oro antiguas y medievales existían ya en las bandejas del medallero del Museo. Lo mismo sucedía con varias piezas notables, especialmente bronces grandes romanos, medallones y sestercios de gran importancia.

La iniciativa de la Directora Mallol era pues decisiva para terminar con la cadena de robos que ni siquiera habían sido notados ni denunciados por las autoridades en el pasado y, como veremos, probaría su gran valor.

En este contexto, el día 14 de febrero, Eduardo Colantonio adquirió una pequeña cantidad de monedas romanas. Eduardo de inmediato envió un mensaje a Damián, consultándolo acerca de la autenticidad de seis de esas monedas. Éste le hizo saber que, a lo largo de los años, se han producido faltantes en la colección; que tales faltantes los tenía marcados en su copia del catálogo de Cardoso (1919); que las monedas cuyas fotos le enviaba tenían un cierto sabor al material que integra la colección, y que constataría que las monedas no coincidieran con el patrón de faltantes históricos del conjunto; y que, en caso de que efectivamente coincidieran, le solicitaba que procediera a devolverlos, cosa con lo cual Eduardo estuvo totalmente de acuerdo.

Dicha pesquisa dio resultado negativo, por lo que, en los siguientes días, Eduardo adquirió otro lote, bastante mayor, de monedas, totalizando 114 ejemplares. El día viernes 6 de marzo, Damián concurrió a visitar a Eduardo en su local, ocasión que éste aprovechó para mostrarle la totalidad de las piezas adquiridas. Con gran alarma, el experto fue reconociendo varias de las monedas que había venido estudiando en el Museo a lo largo de año y medio de labor, incluyendo algunas muy raras e incluso únicas. Es decir que, en lugar de tratarse de monedas faltantes en el pasado, se trataba de las propias monedas actualmente conservadas en el Museo, algo sencillamente inverosímil.

De forma urgente, el experto trajo de su casa un archivo portátil conteniendo la base de datos fotográfica de la Colección, procediendo a constatar uno por uno los ejemplares, confirmando su pertenencia al acervo del Museo Histórico Nacional. Eduardo le hizo saber entonces a Damián que otro colega, Mario Pomato, había adquirido un conjunto de 19 monedas que podían ser del mismo origen; las mismas, éstas probaron ser también ejemplares robados del Museo.

Concluido el proceso de verificación esa noche, Damián, Eduardo y Mario concurrieron a la Comisaría Vecinal 1-A a realizar la denuncia correspondiente, consignando de inmediato todas las monedas como evidencia. En su denuncia, Mario además pudo hacer entrega de información muy relevante respecto de las personas que vendieron las monedas robadas a las autoridades policiales, información que, por cuestiones de secreto de sumario, debemos omitir aquí.

Desde la comisaría, Damián se puso en contacto de inmediato con la directora Mallol, poniéndola al tanto de la situación. El proceso de denuncia y consigna de los ejemplares en la legación policial quedó concluido el día sábado a las 2:00 hs de la madrugada.

A la mañana siguiente de ese mismo sábado, la directora concurrió al Museo, constatando de inmediato el faltante, y dando aviso a la Policía Federal / INTERPOL, que procedió a realizar arrestos, que involucraron a antiguos empleados del propio Museo. Mientras tanto, ese mismo sábado, el cuarto de los que firmamos esta nota, Rubén Cameroni, conversando con Mario y con Eduardo acerca de esta situación, le comentó que había adquirido también un conjunto de más de 180 monedas griegas y romanas que, dadas las circunstancias comentadas por su colega, ahora sospechaba como robadas y que, si tal fuera el caso, deseaba de inmediato restituirlas al patrimonio nacional.

Enterado de esta situación el día domingo, Damián procedió a verificar las monedas; y el día lunes a primera hora se presentó, junto con Rubén y Eduardo, en el Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal de turno, el No. 6, a cargo del juez Dr. Canicoba Corral, a fin de efectivizar la correspondiente denuncia y entregar las monedas. El personal del juzgado, sin embargo, manifestó que en principio no era seguro si se haría cargo del caso, razón por la cual Damián, en constante comunicación con la Directora Mallol, fue instruido por ella para que nos presentásemos ante el Departamento de Patrimonio Cultural de la Delegación Argentina de INTERPOL.

Así lo hicimos y, en esa ocasión, Rubén pudo sumar su declaración a la de sus colegas y a la del experto a cargo (Damián) quien, además, actuando en calidad de perito ad-hoc a pedido de las autoridades policiales, procedió a identificar, describir brevemente y organizar los ejemplares para su secuestro, resguardo, y eventual reintegro al Patrimonio Nacional.

El Robo de las monedas griegas y romanas del Museo Histórico Nacional

Algunas de las importantes monedas robadas y recuperadas de la colección (Foto: MHN)


Hemos sabido con posterioridad que otros comerciantes adquirieron monedas del conjunto y realizaron una denuncia previa por separado, sin prevenir a sus colegas ni, más importante aún, sin buscar la asistencia del experto a cargo para poner en aviso a las autoridades del Museo. Casi de seguro, si lo hubieran hecho, la totalidad de las monedas robadas ya se habrían recuperado, dado que el robo habría sido denunciado mucho antes por la directora y los delincuentes aprehendidos con el material robado en su poder. Por algún interés mezquino, cuyo origen sospechamos, estos comerciantes omiten señalar además en sus declaraciones públicas cómo supieron que se trataban de monedas de la colección: es evidente que compararon los ejemplares en su poder con las fotografías publicadas en los diversos artículos de Damián Salgado, único modo de notarlo.

Con todo, entendemos que la mayoría de las monedas, unos 700 ejemplares de un total de más de 900 robados, ya han sido recuperados.

Aunque a causa de este robo, tres de los firmantes de esta nota nos hemos visto sorprendidos en nuestra buena fe y defraudados en cientos miles de pesos, estamos satisfechos de haber colaborado en recuperar este patrimonio de todos los argentinos; y solicitamos a todos aquellos que puedan tener información sobre monedas que potencialmente podrían pertenecer a este conjunto, se comuniquen con el Dr. Damián Salgado al 115 425 1195 o directamente al Departamento de Protección del Patrimonio Cultural, Policía Federal Argentina / INTERPOL, +5411 4346 5750 / 52.







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